Canal ético: una herramienta clave para el compliance empresarial

Índice de contenidos
Canal ético, herramienta clave para el compliance empresarial|Canal ético - Grupo Adaptalia|Canal ético, herramienta clave para el compliance empresarial

Introducción

La proliferación de marcos normativos nacionales e internacionales, la creciente sensibilidad de los grupos de interés y la vigilancia permanente de los medios sitúan la ética empresarial en el centro de la agenda corporativa. Dentro de ese entramando, el canal ético, emerge como un pilar imprescindible de los sistemas de compliance. No se trata solo de un recurso para detectar irregularidades, sino de un instrumento de gobernanza que refuerza la cultura corporativa, preserva la reputación y mitiga riesgos operativos y legales. De hecho, la Ley 2/2023, de 20 de febrero, reguladora de la protección de las personas que informen sobre infracciones normativas y de lucha contra la corrupción ha convertido su implantación en obligación para miles de compañía, situando el debate más allá del terreno voluntario.

¿Qué es un canal de denuncias y cómo funciona?

Un canal ético es el cauce que una organización habilita para que empleados, proveedores, clientes cualquier stakeholder comuniquen, de forma confidencial y anónima, hechos potencialmente ilícitos o contrarios a los valores corporativos. Su diseño destaca en tres principios fundamentales; confidencialidad, ausencia de represalias y trazabilidad.

El funcionamiento de este mecanismo comienza con una adecuada información y concienciación por parte de la empresa, que debe divulgar la existencia del canal, explicar sus objetivos y proporcionar instrucciones claras para su utilización, siendo clave la formación y la comunicación para garantizar su legitimidad. La recepción de la denuncia puede hacerse por vías escritas, verbales o telemáticas, permitiendo incluso que las mismas se hagan de forma anónima, y exige legalmente el envío de un acuse de recibo en un plazo no superior a siete días.

Posteriormente, se abre una fase de investigación, a cargo de un órgano interno imparcial o de un tercero especializado, que analiza los hechos, recaba pruebas y entrevista a los implicados, todo ello manteniendo la confidencialidad. En aquellos casos en los que la denuncia resulte fundada, la empresa procede con la resolución y adopción de acciones correctivas, lo que puede incluir sanciones disciplinarias, la modificación de procedimientos internos o, si corresponde, la remisión del asunto a la autoridad competente. Finalmente, se lleva a cabo un reporte y seguimiento en el que se informa al denunciante y se realiza un control periódico para asegurar que las medidas implementadas han sido eficaces.

Compliance y canal ético: obligaciones legales

La Directiva (UE) 2019/1937 obliga a los Estados miembros a proteger a las personas que informen sobre infracciones del Derecho de la Unión, introduciendo, entre otros requisitos, la implantación de canales internos de información confidenciales, la prohibición de represalias y la obligación de un feedback diligente. Esta Directiva a sido transpuesto al ordenamiento jurídico español a través de la Ley 2/2023, de 20 de febrero, que refuerza y amplia ese marco.

En este sentido, toda empresa privada con 50 o más trabajadores y la totalidad de sector público debe disponer de un sistema interno de información eficaz y seguro. Para ello, la Ley preveía un plazo de adaptación, debiendo estar para diciembre de 2023 adaptadas. Asimismo, se establecen una serie de requisitos del canal, debiendo este garantizar la confidencialidad, permitir denuncias anónimas, designar un responsable imparcial, registrar cada comunicación, emitir el correspondiente acuse de recibo y concluir la investigación en un plazo máximo de tres meses, salvo aquellos casos que fueran especialmente complejos debidamente justificados.

Además, se prohíben represalias y se deben articular las correspondientes medidas para salvaguardar los datos personales y la presunción de inocencia de los implicados. Igualmente, se establece un régimen sancionador donde las multas pueden alcanzar un millón de euros en el caso de las personas jurídicas y 300.000 euros para personas físicas si no se implementa el canal o se obstaculiza su funcionamiento. Estos imperativos conectan en cierta forma el canal ético con el programa de compliance penal pudiéndose interpretar su ausencia como falta de la debida cultura de cumplimiento.

Cómo implementar un canal ético en tu empresa

Canal ético, herramienta clave para el compliance empresarial

La implementación efectiva de un canal ético requiere un enfoque transversal y metodológico que abarque diversos niveles de la organización. Todo comienza con un diagnóstico inicial que permita identificar los riesgos existentes, el mapa de procesos y la normativa aplicable, con el fin de dimensionar de forma adecuada el canal y asignar los recursos necesarios. En cuanto a la gobernanza y los roles, resulta fundamental nombrar a un Responsable del Sistema Interno de Información que actúe con independencia objetiva y tenga acceso directo a los órganos de administración. Asimismo, se debe definir un Comité de ética o, en su defecto, externalizar la gestión a un proveedor especializado y certificado. Es imprescindible contar con una política y un procedimiento bien definidos, que escriban el alcance del canal, los principios de confidencialidad, los plazos de gestión, las garantías en materia de protección de datos y el régimen disciplinario aplicable, debiendo ser aprobados por el órgano de gobierno y publicados en los canales internos o en la página web corporativa.

Desde el punto de vista técnico, se debe seleccionar una plataforma tecnológica segura que garantice cifrado de extremo a extremo, control de accesos, trazabilidad completa y almacenamiento dentro de la Unión Europea, permitiendo la presentación de denuncias en cualquier momento, la incorporación de documentación y la generación de registros inalterables.

Beneficios que supone un canal ético en la gestión empresarial

La implantación de un canal ético dentro de una organización no solo constituye una exigencia legal conforme a la Ley 2/2023, de 20 de febrero, sino que se configura como un elemento estructural del sistema de cumplimiento normativo y de buen gobierno corporativo. Desde una perspectiva jurídica y operativa, su existencia aporta múltiples beneficios que trascienden el mero cumplimiento formal de obligaciones legales, convirtiéndose en un mecanismo estratégico para la prevención de riesgos legales, reputacionales y económicos. En particular, en el ámbito de la protección de datos personales, el canal ético permite fortalecer los principios de responsabilidad proactiva y rendición de cuentas al habilitar un entorno seguro y estructurado para la identificación, gestión y documentación de posibles infracciones relacionadas con el tratamiento de datos.

Asimismo, el canal ético permite a la organización acreditar ante terceros la existencia de procedimientos internos efectivos para la detección y corrección de conductas contrarias al marco jurídico vigente, lo que puede atenuar o incluso exonerar la responsabilidad administrativa o penal de la persona jurídica en el marco de un procedimiento sancionador o judicial. La trazabilidad inherente al sistema, junto con la conservación segura de las evidencias, contribuye a la generación de un historial verificable de diligencia y transparencia en la gestión de incidentes internos, aspecto que reviste especial relevancia ante auditorías, inspecciones o investigaciones internas.

Por otra parte, el canal ético actúa como instrumento catalizador de la cultura de cumplimiento dentro de la empresa, promoviendo valores como la integridad, la transparencia y la cooperación, esenciales para la sostenibilidad jurídica y reputacional a largo plazo. Al facilitar la comunicación confidencial y segura de hechos presuntamente irregulares, el sistema refuerza la confianza de los empleados y demás grupos de interés en los mecanismos internos de control, y contribuye a la detección temprana de conductas que, de no ser abordadas a tiempo, podrían derivar en sanciones, litigios o daños significativos para la organización. En definitiva, más allá de ser un simple canal de denuncias, este instrumento se erige en una garantía institucional de legalidad, proporcionalidad y respeto a los derechos fundamentales de todas las personas implicadas, especialmente en lo que respecta a la protección de sus datos personales y a su derecho a un procedimiento justo y no represivo.

Conclusión

En conclusión, la consolidación de los canales éticos como herramientas estructurales dentro de los sistemas de cumplimiento normativo responde a un cambio profundo en la forma en que las organizaciones gestionan sus responsabilidades legales, éticas y reputacionales. Su regulación a través de la Directiva (UE) 2019/1937 y su transposición al ordenamiento jurídico español mediante la Ley 2/2023, de 20 de febrero, no solo ha supuesto la obligación formal de su implantación para un amplio número de sujetos obligados, sino que ha elevado su relevancia a la categoría de instrumento esencial para garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en el seno de la empresa.

Como se ha expuesto, el canal ético no debe entenderse únicamente como un mecanismo de recepción de denuncias, sino como una manifestación concreta del principio de diligencia debida y del compromiso institucional con la legalidad. Su correcta implementación —basada en la confidencialidad, la imparcialidad, la seguridad jurídica y la protección efectiva de los datos personales— permite prevenir y gestionar de manera eficaz situaciones de riesgo, detectar posibles infracciones de forma temprana y adoptar las medidas correctoras pertinentes, todo ello dentro de un marco garantista que respete los derechos de las personas afectadas.

Además, en términos de gestión empresarial, el canal ético refuerza los programas de compliance, fortalece la cultura corporativa, incrementa la confianza de los grupos de interés y reduce sustancialmente la exposición a sanciones y litigios, posicionándose como una práctica clave en el buen gobierno corporativo y en la sostenibilidad jurídica de las organizaciones.

En definitiva, el canal ético representa una oportunidad para que las empresas no solo cumplan con la normativa vigente, sino que avancen hacia modelos de gestión más íntegros, resilientes y alineados con los valores fundamentales del Estado de Derecho y la protección efectiva de los derechos fundamentales, en particular, el derecho a la intimidad y a la protección de datos personales.

Comparte

Cumplir la normativa es simple cuando te ayuda un equipo de expertos

Más de 10.000 empresas confían en Grupo Adaptalia para tener la tranquilidad del cumplimiento normativo

Consulta gratuita